lunes, 4 de junio de 2012

DE LA REPRESENTACIÓN A LA CREACIÓN LITERARIA


 


 

DE LA REPRESENTACIÓN A LA CREACIÓN LITERARIA

EN LA NARRATIVA DE ÓSCAR COLLAZOS Y MARIO MENDOZA




“… a no ser que uno esté enamorado o satisfecho, o se deje llevar por la ambición,
o no tenga curiosidad, o esté reconciliado (que parece el sinónimo moderno de la felicidad),
la ciudad es como una máquina monumental, ideada sin descanso para gastar el tiempo,
para devorar ilusiones. Al cabo de algunos días, la búsqueda, la exploración,
pueden volverse siniestras y precipitadas, sudorosamente angustiosas,
 una carrera de obstáculos hechos de Benzedrina y Nembutal.
¿Dónde está lo que buscabas? y, a propósito, ¿qué es lo que buscabas?

Truman Capote

A partir de la segunda mitad del siglo XX el mundo comenzó a experimentar un cambio en su estructura espacial y social: la urbanización desbocada. América Latina, en general, y Colombia, en particular, no fueron ajenas a este nuevo proceso. En el país, las estructuras y mentalidades agrarias se desplazaron y se transformaron, por fuerza de la violencia política sectaria –entre otros factores-, hacia y en los centros urbanos, expandiéndolos tanto en su extensión geográfica como en su contenido cultural. El país rural que predominó desde la Independencia se trocó en un país urbano y busco nuevas formas de representación.

Entre estos procesos de transformación cultural derivados de la urbanización, se ubica la literatura. Las nuevas ciudades trajeron consigo una nueva generación de escritores que sentarían sus esfuerzos literarios en temas crónicos y críticos de la cruda realidad urbana. En ésta, la literatura reflejó características propias de su tiempo en sus temáticas y el pensamiento de sus autores frente a la ciudad real

La inestabilidad, la truculencia, los cambios vertiginosos y la ruptura de los límites. Sin rendir tributo a las tradiciones, ni mucho menos asumir una actitud crítica ante la historia de su país o de su tiempo, expresan con escepticismo su estar en el mundo y su participación en éste contando historias cercanas a su presente, se reconocen ciudadanos contemporáneos y demuestran que su país y sus ficciones forman parte del mundo globalizado y aunque desconfían de las propuestas mesiánica, dan testimonio vivo de la realidad y de los hechos que los agobian.[i]


De esta forma se pretende realizar un análisis a partir de la obra Rencor de Oscar Collazos (Escritor Cartagenero y periodista de opinión) y Apocalipsis de Mario Mendoza (Escritor Bogotano y columnista de Bacánika). Dos generaciones de escritores que enmarcan el nacimiento de un movimiento que contrapone la línea narrativa que se desarrollaba en Gabriel García Márquez. Son ellos quienes captan el escepticismo frente a las vivencias en la ciudad, el tiempo vertiginoso e inestable, el testimonio degradante de la realidad, el erotismo, las concupiscencias, la muerte, la agonía, la soledad y el horror son los temas transversales de estas obras por donde navegan sus personajes – ó ciudadanos reales- . En este sentido, es válido preguntar ¿Es el testimonio un recurso literario o el eje que atraviesa las obras literarias? ¿en que medida se logra una mediatización entre ciudad real y ciudad letrada dentro de su narrativa? ¿cómo la obra literaria realiza una mimesis de su contexto próximo o un entrecruzamiento entre ficción y realidad?
Proyectando esta tendencia literaria particular de los autores mencionados dentro de un corpus que se hace difícil clasificar, el estudio parte desde la visión de algunos teóricos que señalan el punto de partida para escudriñar ciertos elementos de las obras literarias escogidas. Por lo tanto, se puede afirmar que a través del ensayo ciudad letrada de Ángel Rama, se pretende reconocer las relaciones de poder que repercuten en la escritura, pero que han venido sufriendo cambios a lo largo de la historia como producto de la transformación territorial y cultural; identificar las diferencias entre la realidad y la ficción del testimonio con algunas disposiciones del trabajo de investigación de la Universidad de los Andes de Natalia Tobón y  por último reconocer las tensiones entre modernidad y posmodernidad dentro de la narrativa de las obras y la cultura popular a la luz de Omar Rincón y Ana María Amar Sánchez.
Letrados, ciudad y poder
 A lo largo de la historia el dominio de las élites ha dejado relegado a un grupo que es excluido porque se reconoce dentro de la oralidad, pero es ajeno a la escritura. Motivo por el cual la ciudad letrada de la que habla Rama,  muestra un distanciamiento que surge frente a la forma y construcción de quienes no cumplen con el perfil  y las estructuras de los intelectuales. No obstante en el siglo XX, el cambio de las ciudades permite bajar los índices de analfabetismo, acceder a medios informativos, a las academias y por ende al poder; lo que implica un acercamiento a nuevos actores sociales dentro de la clase media y baja.
Lo anterior,  permitió que periodistas, editores y diferentes profesionales que llevaron a la validación del escritor moderno, reconocieran dos posibilidades de ascenso o emancipación, una el hecho de ser político y otra el ser artista, contraposición que se tejía en un proceso de pensamiento independiente y una aparente democratización. El artista, por ejemplo, se cuestionaba por su identidad, el papel del autor y el lector, las tendencias que hasta entonces marcaban un paradigma. Sin embardo la línea entre ciudad real y ciudad letrada crecían para él en una dimensión paralela.
Entender entonces el discurso del autor como práctica, exige reconocer el papel del letrado y la ciudad América Latina y Colombia- específicamente-, de manera que el centro sea reconocer en sus relaciones la construcción de un discurso como proyecto nacional o de identidad dentro de la cuidad letrada. De manera que la incursión de esos nuevos agentes, no espera la creación de obras como parte de un proceso de escritura, sino la representación de los diferentes factores sociales que parten desde las élites hasta lo popular –como una necesidad de reconocimiento- que si bien se conoce desde el modernismo, en lo contemporáneo se convierte no solo en un problema de emancipación ni de reconocimiento desde la literatura, sino de los medios de comunicación y la forma en que dentro de ese rango de letrados, se oficializan las voces de quienes no hacen parte de ese círculo.
Reconocer dichas diferencias en lo contemporáneo se hace mucho más difícil, como se mostrará más adelante, en dónde la figura del escritor bajo un proceso de ficcionalización logra mostrar su realidad como producto de creación en un marco histórico que aplica a este proceso. Lo que confirma que ya sea en Cartagena o en a capital Colombiana, la ciudad fulmina con todo el espíritu humano, comenzando por la corporeidad de Keyla hasta los entrañables sufrimientos de Marcos. Es dentro de este espacio donde se desatan los males sociales, las desigualdades y violencias de todo tipo y es este espacio el que moldea, destruye y reconstruye las vidas de los personajes literarios y de los ciudadanos de la realidad colombiana y mundial. Y es aquí donde pese a la exageración se cree que en esta ciudad letrada se borran las líneas y el papel de quién proyecta estas experiencia se vuelve más cuestionable, por qué ¿cómo se puede encarnar una realidad desde un letrado? ¿Es un juego de seducción que hace uso de las masas como respuesta a un mundo en que el consumo y el mercado son el epicentro?¿es capaz el letrado de solidarizarse con su entorno y desde la mediatización de la escritura recreando los testimonios desde la ficción?
El artista en medio de un proceso de cambio – Testimonio y creación-

La literatura –desde el testimonio como recurso- se convierte en un proceso de apropiación que reconoce una posición ideológica frente a la cultura de masas. Es así como la mediación entre la ciudad letrada y la ciudad real permite que la escritura se convierta en el pensamiento que da cuenta de una visión de mundo y de las mentalidades de la época. Cuando la ciudad real habla, emerge el caos, la imprecisión de la oralidad, lo que implica que dentro de las tensiones entre testimonio y literatura su voz sea la voz de quien la configura.
 Lo que equivale a decir que la lengua es como una naturaleza que se desliza enteramente a través de la palabra del escrito, sin darle, sin embargo, forma alguna, incluso sin alimentarla: es como un círculo abstracto de verdades, fuera del cual, solamente comienza a depositarse la densidad de un verbo solitario[ii]

Y este circulo abstracto de verdades del que habla Gustavo Remendi del ensayo de Rama, señala que dicha forma se da por los intelectuales, quienes tras un ejercicio de poder conectan estas dos ciudades, que si bien existen en el mismo espacio, una pretende dar razón de la otra bajo un proceso de oficialización. Aunque esto corresponde a un proceso de escritura que permite reconocer un panorama de los cambios dentro de sus relaciones con la cultura. De esta forma es necesario establecer los límites entre las élites y el artista, puntos en los que se hace evidente los intereses que se reconocen en lo contemporáneo. Pero antes de esto se hace necesario identificar el momento en el que se establece un proceso de transformación que permite una incursión de las masas.
Es entonces cuando esta necesidad de participación se vuelve  una fisura histórica que cambia el rumbo de la escritura, las masas cansadas de las monarquías buscan crear un centro de resistencia, barrera que permita un mejoramiento de las “condiciones de vida”. Cuando se habla de las revoluciones populares, de denuncia social en América Latina, se habla del movimiento revolucionario en Cuba. Revolución que provoca la caída de la dictadura de Fulgencio Batista y la toma del poder el ejército de Fidel Castro. Suceso que si bien marcó la historia de América, también se reconoce como uno de los referentes dentro de los cuales las masas que habían permanecido en secreto, exigen una forma de representación en la escritura oficial. No obstante, dentro de ese proceso de canalización el testimonio era el grito colectivo.
El testimonio sí busca retar las formas hegemónicas, pues se concentra en un nuevo sujeto antes olvidado, con una forma libre y menos rígida de presentar la historia, que fusiona métodos del periodismo, la literatura, la sociología y la historia, y, a su vez, le da una especial importancia a la otredad, resalta la alteridad e intenta mostrar la heterogeneidad latinoamericana. (…) “El testimonio contemporáneo parte de los hechos y documentos censurados y termina siendo asimilado por sus lectores solidarios como una historia verdadera (subrayado propio) que, eventualmente, habrá de adquirir un valor mítico”. Es decir, el testimonio es anárquico a una historia oficial pero busca oficializar su versión (…) esto es además problemático en la medida en que se considera la marginalidad como único espacio para escribir la ‘nueva’ historia: “La conciencia marginal queda privilegiada como la más idónea para reescribir la historia y revaluar el presente”[iii]

Lo que implica que la marginalidad se convierte en fuente principal en la configuración de historia, se retoman algunos de los elementos que golpean la sociedad para crear una articulación entre el testimonio y la problemática nacional. Motivación que puede radicar en uno de los principales recursos dentro de la crónica, la crítica etc. Eso explica el hecho de que hacer un contraste entre los mundos paralelos que se tejen en una sociedad, se focalizan en lo popular, ya que se muestra cierta denuncia de lo se vive, de las condiciones de quienes sin tener la posibilidad de acceder a la escritura oficial quieren ser escuchados y reconocidos pero no exige que la literatura tenga un compromiso ni con la historia ni con las otras disciplinas, su compromiso es con ella misma y con las mentes de quienes la leen.  
Aristóteles nos decía que el arte) o donde lo bello se hace, presenta la vida miméticamente, esto es, dentro del ámbito de la plausibilidad y la posibilidad. No basta con imitar la realidad, hay que buscar lo agradable y lo maravilloso. Lo bello se encuentra cuando se ahonda dentro de nuevos universos de sentido y se producen nuevos mundos. «Se debe preferir lo imposible verosímil a lo posible increíble>>[iv]

Lo interesante es ver como a través de Aristóteles el arte dentro de un proceso de representación de la realidad implica una conexión en lo contemporáneo con un proceso que sale de si mismo. Pese a su concepción de mimesis, todos los recursos del medio, se apropian y responden a una necesidad tanto de los lectores como de los escritores de hacer catarsis a través de la escritura. Al igual,  retomar desde el realismo el papel del artista, es creer que el mismo debe emparentarse con los arquetipos de su ciudad bajo una pensamiento racional,  estructural, pero que en nada se conecta con Collazos y Mendoza, quienes como producto de un movimiento que explota en el modernismo hispanoamericano, el surrealismo europeo desemboca en lo contemporáneo y ve a este artista como un misterio, una voz nocturna, que va más allá de un ejercicio informativo.
Mostrar la visión desconocida desde la periferia, se convierte en una de las formas de mediatización, ya que en la literatura, especialmente la testimonial, se habla de patrones que corresponden con lo histórico, pero que la narrativa de estudio se constituyen como una base que fundamenta parte de su despliegue como escritor.
El testimonio fue una expresión ideológica de la revolución ya que ésta buscó un género literario para declarar los sufrimientos y atropellos cometidos en una nación o pueblo.(…) El testimonio como consecuencia de una necesidad de expresión literaria durante las luchas armadas se vierte a través de la literatura.(…) Aquí el autor se refiere a que el testimonio es más eficaz por medio de la ficción ya que el relato real debe ser verosímil, acercándose a la manera fidedigna de los hechos ocurridos y la ficcionalidad, como un elemento constituyente del relato, transforma la realidad en literatura, no disminuyendo su grado de verosimilitud.[v]

La disonancia surge en la medida en que no se reconoce la diferencia entre testimonio y ficción. Y es allí donde se busca mediatizar la oralidad y el discurso no oficial en punto de creación, erupción, origen y despertar. Es así como estas voces adquieren un valor mítico, ficcional, muestran una de las forma de colocar tras nombres y personajes una realidad que se desplaza, cambia y “en muchas ocasiones” pretende denunciar la sectorización y la forma en la que se ha manejado el poder nacional. En ese proceso de creación nace el artista, se borra la línea entre lo verosímil y la ficción. La literatura hace uso de testimonios, cartas, documentos, fechas, sucesos históricos, entre otros, como parte de su invención. Su relación con el referente parece en ocasiones un juego, un artificio que se construye desde el pensamiento hasta la gestación de una realidad ficcional.
Dentro de esta línea literaria y cultural, obras como Rencor y Apocalipsis,  representan dos generaciones que tras la fuerza de la escritura, han creado una realidad paralela y como en el Quijote de Pierre Menard (Compilación del libro ficciones de Borges) su fin no es la representación, es la forma de un estilo propio. Es una nueva mirada que se desconecta de su ciudad y crea una escultura nueva como parte de la solidaridad con su entorno.
“La ciudad es abordada en su imprenta de ciudadano en el mundo… Desde sus comienzos la prosa de  Óscar Collazos es deliberadamente urbana y ha mostrado el proceso de formación y asimilación de la ciudad a través de individuos corrientes, al aportar la imagen de la lengua hablada con la escrita que muestra una espacialidad sugestivamente íntima, se revela entre el monólogo y el diálogo indirecto e interior de personajes periféricos cuya,  palabra fluye de manera vital y corriente”.[vi]
En una entrevista que le hizo Álvaro Antonio Bernal en el blog, La hojarasca  a Mario Mendoza,
AB. ¿Cómo un escritor que pertenece a la clase alta se relaciona con un submundo tan bajo, tan clandestino como el que describe usted en algunas novelas escenificadas en el centro o el sur de Bogotá?
MM. Por lo que le acabo de decir Álvaro, porque salgo de mi casa a los diecisiete, dieciocho años... estudiaba medicina en la Universidad Nacional y después ya cuando me paso a estudiar Filosofía y Letras tengo que salir de la casa. Soy prácticamente expulsado de la familia y me toca comenzar a rebuscarme la vida y comenzar un poco como a estar en la guerra diaria y cotidiana. Soy un estudiante que por un lado logra entrar a una universidad privada, pero que por el otro no tenía para comprar zapatos, y no tenía ni con qué trasportarme hasta la universidad y muchas veces tenía que irme a pie. Esos fueron cinco años donde mis compañeros diarios de pensión y de inquilinato no fueron los burgueses ni fue la gente más adinerada, todo lo contrario era la gente más dolida que estaba con el peso encima y con las botas de la clase rica sobre el cuello. Eso me dio una sensibilidad, me implicó por supuesto unos niveles de solidaridad y unos niveles también de hermandad que no olvidé a lo largo de toda mi vida y a los que sigo perteneciendo. Sigo creyendo que soy parte de esta gente, ellos son los protagonistas de mis libros.[vii]

Es así como se explica la fijación del autor en estos sectores, que si bien desde lo empírico recogen elementos fundamentales de su realidad, no indican que exista una relación directa con sus personajes. Además el propósito como el mismo lo hace en su narrativa es configurar no un ser sino una colectividad que tras un ejercicio de cooperación plasma su experiencias. De hecho pareciera que uno de sus personajes, Marcelo, señalara parte de lo que significa el oficio del escritor en su relación con las culturas de masas.

[Marcelo habla con Tafur] El escritor es perseguido por las voces temblorosas que emiten las zonas oscuras de la ciudad moderna, no se conoce la paz ni el silencio, y tarde o temprano sucumbe ante esa algarabía ensordecedora. Nos preguntábamos con Marcelo cuándo aparecería un escritor capaz de oír los aullidos bogotanos, alguien que no temiera en convertirse en médium y plasmara esas palabras angustiantes que provenían de gargantas atravesadas por la desilusión, la soledad y la muerte.[viii]


Por su parte Collazos se convierte en una figura que también permite recuperar la mirada oculta sobre uno de los lugares turísticos más importantes de Colombia.  La Cartagena histórica, el patrimonio cultural de la humanidad, esconde en sus casas un horror, un maltrato, una tortura. La protagonista encuentra en esa ciudad unos socavones inmundos donde su vida se hará pedazos. La ciudad oficial, la de los planes culturales, no le interesa al autor. Lo que hay en su libro es un viaje a la profundidad vergonzante de un inframundo venenoso y letal que a diferencia de los medios masivos muestra la otra cara de Bolívar. Y pese a los referentes que existen de la existencia de esta adolescente, es el referente el que se recrea en medio de la historia.

Ese movimiento de apropiación produce una movilidad de las fronteras aunque no las borra; se trata en todos los casos de una narrativa perteneciente al sistema literario, escrita -y leída-desde él y que como tal, está en permanente relación con el canon en la búsqueda por remplazarlo y ocupar su lugar. Las formas "bajas" o "menores" son aquellas prácticas que no han sido incorporadas todavía a la literatura o que se sitúan en el límite de ella. Implican una relación móvil, de tensión, en la que puede haber diferentes modos de confrontación o fusión. El vínculo entre las dos culturas ha sido entonces un proceso de continua lucha y conflicto en que ambas se han apropiado de parte de la otra. Si bien ha predominado un proceso de descalificación y exclusión que rechaza y deja fuera de la cultura canonizada, sacralizada, las formas populares y masivas, la literatura que me ocupa ha abierto un espacio mucho más lábil: su uso implica siempre, a pesar de las distancias que se restituyen, un reconocimiento y un ingreso al sistema.[ix]

Empero, los académicos suelen caer en la trampa de creer que en literatura sólo existe la conexión con la tradición, nada más. Se cree que el escritor se conecta con los anteriores y a ellos les debe su mundo, su construcción, su obra. Afirmación que si bien no es cierta, se entiende en la medida en que la tradición da ciertas claves, usos, modos mediante los cuales se aprende a extender el lenguaje, a duplicarlo, a jugar con sus potencias y sus fuerzas. Pero la clave está en un misterio que hasta ahora no tiene solución, no se sabe cómo opera porque pertenece a los meandros del inconsciente: la suplantación del mundo de afuera por el mundo literario. Lo que Vargas Llosa llama “el deicidio”, es eso, la muerte del Creador y el surgimiento de una deidad pequeña que se erige como una posibilidad real: el artista. ¿Por qué alguien decide que la realidad externa no es suficiente y crea otra paralela? Difícil definir cómo ni por qué. Parte del encanto es justamente el misterio. Lo cierto es que muchos escritores fracasan en su carrera porque no tienen un mundo propio, una mirada propia, un universo independiente.

Si la ciudad, (…) habla a sus habitantes y nosotros le hablamos a nuestra ciudad, ese diálogo resulta interrumpido en estos relatos del fin de siglo. Los personajes se repliegan y ya no acuden a la cultura de masas como un sistema que permite decodificar los signos de la ciudad, antes bien sustituyen con ella el contacto con el mundo exterior. El espacio urbano, en particular desde el siglo XIX, se ha vuelto protagonista de gran cantidad de relatos y su representación literaria ha sido siempre particularmente significante, (…) han vuelto familiar lo virtual y ajeno el mundo cotidiano, también han proporcionado el único refugio seguro frente a una ciudad que se siente vacía y peligrosa[x]

Seducción y medios masivos de comunicación

En las ciudades que aquí se delimitan, se muestra La estructura del Estado, sus aparatos represivos y legales, mantienen el estatus quo social. Las leyes, por ejemplo, favorecen al gran capital manteniendo a la fuerza laboral en condiciones desesperantes que van desde el empleo precario –bajos salarios, jornadas extensas, desprovistos de seguridad social, etc.- hasta la segregación total –la clase no consumidora ni productora, los mal llamados “desechables”. También este sistema desigual presenta en Colombia la guerra por la tierra y su consecuencia inmediata: el desplazamiento, el grifo social que llena las ciudades de desterrados cuyo único camino es la prostitución, la delincuencia o la indigencia. En una visión general, este tipo de violencia –que se puede enmarcar como política y económica- se puede catalogar como una macro-violencia derivada de las acciones del Estado. En forma macro todo ciudadano la padece, directa e indirectamente, pero cada uno la vive desde su experiencia particular.

Esa gran violencia se encarna en los seres urbanos, en sus vidas cotidianas, dentro de sus hogares, en su intimidad. Las vivencias de cada ciudadano moldean la violencia política y económica, reproduciendo en los hogares los que sucede en el exterior del país. El machismo, propio de la sociedad patriarcal capitalista, la prostitución, en especial de niñas y adolescentes, la explotación laboral y el empleo basura, el racismo, la xenofobia, las psicopatías, y la criminalidad común son síntomas de esa macro-violencia, las micro-violencias a las que hacen frente los ciudadanos, lo que implica que estas manifestaciones, se conviertan en fuerzas que si bien enajenan la cultura, los medios masivos de comunicación, muestran un trasfondo que pese a si es el eje o no de la obra, se convierte en un panorama que expone las problemáticas colectivas de una forma particular.

De esta forma, hablar de un fenómeno, o de una construcción paródica o pastiche como muestra de un cúmulo de sucesos, no es lo que aquí se presenta. Por el contrario dentro de las obras se permite que como lo decía Hemingway, reconocer la punta de iceberg, la octava parte de un tempano que se esconde bajo las profundidades del agua.

[Baudrillard], La seducción es "la forma informal de lo político". Sus estrategias necesitan de la postergación y la decepción para triunfar. Ese juego crea una  zona en la que esta literatura constituye su propia forma de politización. Podría pensarse que estas obras elaboran una respuesta a la posición adorniana; en cierto modo cierran la discusión y las dicotomías impuestas. Ya no se trata de que el contacto con la cultura de masas produzca fatalmente alienación o consolación despolitizada como único resultado. Seducir para decepcionar y abandonar, el placer de establecer otras reglas de juego, un nuevo ritual, puede ser un juego político serio.


Ahora, si bien es cierto, existen un sinnúmero de problemáticas que atraviesan la realidad, en esta narrativa, interesa la creación de los personajes que señalan parte de lo que puede significar una similitud con el contexto; pero, no existe un compromiso con ninguna ideología (porque se vuelve al inicio del ensayo, en el que se muestra el nuevo paradigma del escritor). Asimismo, este proceso de seducción se subvierte, en la medida en que existe una articulación directa entre distintos elementos, por ejemplo, desde el mismo título, hasta la forma en la que se desarrolla un argumento, que aunque presenta una conexión con los medios masivos de comunicación- especialmente rencor- , el punto central es que al igual que existe un cambio en las ciudades, también lo ha manifestado la literatura.

Es así como en las obras no muestran un discurso intelectual o una posición ideológica. Es un proceso en el que el escritor no elige, no decide, no piensa. Ese mundo de outsiders se impone, los visita, los usa para llegar a la página y existir. En algunas de sus entrevistas[xi], el autor de apocalipsis señala que desde muy joven sintió el llamado del margen, de lo que está afuera, en extramuros, de lo que sucedía más allá de las paredes del feudo. Lo prohibido. El desierto. Bajo los cuales señala que lo complejo de estos procesos es que son justamente irracionales, misteriosos, únicos, indescifrables. Esos seres están vivos de verdad en otra dimensión, existen, viven, sufren, lloran, se enamoran, mueren. En las otras disciplinas no. En la antropología o en la filosofía se trata de ideas, de posiciones ideológicas, de razones. En literatura se trata de personas, de individuos vivos, que existen en universos paralelos. Si esto es así, significa entonces que el escritor es como un médium a través del cual surgen otros. El cuerpo y la psique del escritor son invadidos, poseídos, tomados por otros seres. El narrador deviene otros, prolifera, se subdivide, crece y se transforma.

En mi voz, está el clamor de un continente que aguanta sin quejarse. Yo no soy yo, soy una multitud delirante, una horda de renegados y olvidados, un aullido de angustia y de impotencia al mismo tiempo, Y quiero que quede claro que este grito es desgarrado, es decir, que lo que menos me interesa es que sea bello, a menos que la desesperación sea hermosa[xii]. 


En rencor, Keyla, la protagonista, es una chica de 16 años que narra frente a un camarógrafo, (que traspone la figura del autor, usa este recurso no con el ánimo de dejar de ser novela), los sufrimientos de una menor violada por su padre,  enamorada de un pandillero y con una madre que trabaja para una familia acomodada. Su historia, reproduce toda la tragedia que vive al interior de su familia y en el contexto social en el que vive. “Toda mi vida desde que llegué a este barrio, estuve rodeada de malandros, de muchachos malos. Aquí hay más muchachos malos que buenos (…) Si no son malos se hacen los malos para que los respeten, si son buenos todos los joden, así que lo que quiere un muchacho es volverse malo.”[xiii] Este personaje particular, narra frente al camarógrafo el drama que vivió en todas sus dimensiones no con el propósito de obtener fama, ni pertenecer a una colectividad. Su narración, se convierte en la voz  que entrecruza la ficción con la realidad. Su motivación a diferencia de los medios masivos de comunicación, es recapitular su vida y entregarla de forma genuina. Asimismo quiere recoger las vivencias de quienes como ella sufrieron las consecuencias de una disfunción familiar y el desplazamiento. Lo que explica que su marginalidad, se convierte en una fuente de representación y no de trasfiguración en la que la ceremonia, la celebración ni el juego -prácticas de seducción-  son la razón política que encierra la obra.

De la misma forma,  existe una relación directa entre el título y el caso específico de Keyla “El rencor es una rabia que va creciendo y nunca se va, parece que se fuera a veces y, cuando uno menos lo piensa, vuelve a meterse en el cuerpo y en los pensamientos”[xiv].  Un rencor que nace frente a  la discriminación social y sicológica a la que se enfrenta como producto del capitalismo: “conocí una casa de ricos y desde ese día sentí que éramos más pobres de lo que éramos (…) De pronto era cierto lo que pensaba, había vivido en un rancho asqueroso durmiendo sobre un colchón destripado, saliendo a un patio lleno de barro a unas calles inundadas de agua sucia de donde salían las ratas.”[xv]  En este abismo social, el único camino que le queda a Keyla es la prostitución. La protagonista es  aplastada y no existe la posibilidad de una redención. El descenso a los infiernos es implacable, demoledor, sin retorno. Se puede hablar de un ciudadano con principios  en un mundo dónde lo importante no es ser sino tener. Este argumento que si bien muestra una clara realidad en el marco de la ficción, surge en una necesidad de identificación, más no, en una ironía que se esconde dentro de la denuncia social.

Del mismo modo en la obra de Mendoza, el autor expone desde el título, una relación entre los personajes y el tiempo que se describe. Es una saga que nace  en La ciudad de los Umbrales, y culmina en Apocalipsis. Su línea  narrativa toma como centro: la soledad, la desesperación y la muerte en la urbe. Sin embargo los temas se trasponen como salida a un mundo que al igual que un proyecto moderno, trajo consigo guerras, destrucción y caos. Es así como desde el epicentro, se llega a un desplazamiento que toma la vida de quienes en su infancia tejen una amistad en el barrio Quiroga, y después, toman vías diferentes, uno de ellos la medicina, la escritura, el dibujo y la fotografía.

Marcos el protagonista principal, queda huérfano, su padre decide suicidarse dadas las condiciones de vida (cáncer), deja consigo una carta, en la que advierte la existencia de un hermano menor que tiene problemas mentales, la forma en que murió su madre y la manera en la que considera debe subsistir su hijo. Es así como se da inició a una historia, que conectada por el protagonista, se convierte en el desenlace de otras obras que anteceden la misma. Cabe aclarar que en ninguna de ellas, existe un final feliz, lo que se rescatan, son momentos, episodios que al igual que una cámara fotográfica detiene el tiempo y lo muestra de forma general. Con muerte inicia la obra y con muerte termina,  el protagonista sufre una enfermedad y escoge suicidarse.

Es por eso que tras esa canalización, Marcos, como artista, no como ente paródico,  siente ese misterio. Toma fotografías de fuerzas a las que él llama “puertas”, es decir, conexiones, umbrales que nos conducen a otros mundos. La Bogotá letrada se transforma en una Bogotá capturada en instantáneas que revelan agujeros, intersticios, pequeñas rendijas a través de las cuales la ciudad se ensancha a otras dimensiones posibles, a otras voces, a otras miradas. Es así como la realidad se vuelve en el arte caleidoscópica, múltiple, multiforme. No hay una realidad, una verdad, una razón de ser. Lo que hay es una suma de fuerzas que se despliega como un abanico, un juego de modelos, una serie de vectores que se entrecruzan conformando figuras fantasmagóricas. Por eso el artista es como un chamán, como un brujo que convoca en su interior espíritus que poco a poco van tomando rostro y forma gracias a su capacidad para engendrar. No basta con testimoniar, con asumir posiciones, con defender ideas con argumentos sólidos. Se trata de tener útero y matriz, de dar a luz, de dejar que los espíritus proliferen, encarnen y lleguen al mundo para agigantarlo con su desdicha, su soberbia o su plenitud liberadora.

Empero, los medios de comunicación no están en correlación con lo se muestra en estás obras, ya que en ninguna de ellas se pretende hacer de la narrativa un espectáculo, una forma de ironizar la realidad política, un recurso que pese a su corte narrativo se subvierta a la línea que se llevaba. Lo que si hace, es configurar historias que cambian el paradigma dentro del canon literario que se había tejido desde Gabriel García Márquez, aunque, esto señale un proceso de creación que surge de un cambio en la ciudades.

Los medios de comunicación nos venden la idea de que «somos dioses»: ya que nos fundamos en nosotros mismos, no necesitamos de ilustradores, ni de razones para ser exitosos; sólo debemos ser expertos en la narrativa, el espectáculo y el entretenimiento. La narración-entretenimiento-espectáculo es nuestra tradición y nuestra actualidad. Hemos devenido en hamo zappings, habitantes unas estéticas mediáticas que nos dicen que nuestra vida es una película que debe ser vivida de manera espectacular y cuyo sentido es el entretenimiento. El resultado: una época en la cual el gusto predominante tiene marcas de exceso, pensamiento leve, celebridades mediáticas y actitudes facilistas de felicidad.[xvi]

En la obra Rencor de Óscar Collazos, la violencia no es el estereotipo de violencia política en Colombia (guerrilla, narcotráfico, paramilitarismo), sino una violencia íntima, secreta, a puerta cerrada, y no por eso menos cruel; en ella viaja el autor y pone a disposición una serie de acontecimientos que identifican en cierta forma adolescentes que son producto del desplazamiento y gestan su vida en medio de condiciones que depende de la voluntad de quienes conociendo su situación busca obtener una prestación.

Finalmente tras el estudio de algunos teóricos y de una lectura propia, se hizo exégesis de algunos elementos en la obra Apocalipsis de Mendoza y rencor de Oscar Collazos. Por lo tanto, se puede afirmar que a través del ensayo ciudad letrada de Ángel Rama, se reconocieron los nuevos actores sociales como producto de un proceso de cambio social y territorial, que marcó de manera directa la relación entre ciudad y literatura. De esta forma se llegaron a algunas conclusiones: Primero, el letrado tras un figura de poder, se convierte en un ente que tras un proceso de creación, subvierte el papel del escritor dentro de un proceso de simple representación; segundo,  se convierte en la figura que bajo una dimensión paralela, construye voces reales que identifican al lector y le permiten tener un proceso de apropiación que no se enmarca dentro de la mediación medios y cultura, sino escritor y obra. De esta forma, tras la figura de un autor que escucha detrás de una cámara, se  reconoce la figura de un ente que simula una realidad pero no se sale de lo que encierra la novela, por el contrario, usa los recursos y no los traiciona. Asimismo en la obra de Mendoza, se esconde tras la voz de un escritor, un médico y un fotógrafo la fuerza de un colectivo que le da vida a sus personajes, pero que adquiere vida no solo en los actantes, sino en el tiempo que se describe. Y por último se diferencia que el pensamiento del artista, no se compromete con una ideología, como la filosofía, la antropología, la socio- crítica, entre otras, sino que por el contrario se conecta con el inconsciente y se convierte en el médium que tras su narración borra las líneas entre realidad y ficción.





[i] GIRALDO, Luz Mary, “Después de las grandes rabias y los hermosos errores” en: Cuentos Caníbales. Antología de nuevos narradores colombianos, Alfaguara, Bogotá. 2002. Prólogo, Pág. 7.


[ii] REMEDI, G. (Pittsburgh: Univ. of Pittsburgh-Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana (IILI), Serie «Biblioteca de América»). Ciudad letrada: Angel Rama y la espacialización del análisis cultural. Angel Rama. Estudios críticos, 97-122.


[iii] TOBÓN, N. (2008). Una reflexión sobre la narrativa testimonial: Alfredo Molano y el narcotráfico.La realidad y la ficción del testimonio. . Bogotá: Universidad de los Andes. Monografía.


[iv] RINCÓN, O. ( (2006)). Narrativas Mediáticas: O cómo se cuenta la sociedad del entretenimiento. Barcelona: Gedisa Editorial.Pág. 13


[v] Ibíd.pág 4.


[vi] GIRALDO, Luz Mary, Cuentos y relatos de la literatura Colombiana, Fondo de Cultura Económica, Tomo II, México D. F. 2005. Pág. 7.



[viii] MENDOZA, M. (2011). Apocalipsis. Bogotá: Planeta. Pág. 97


[ix] AMAR SÁNCHEZ, A. María. Juegos de seducción y traición. Buenos Aires: Beatriz Viterbo Editora, 2000.


[x] Ibíd. 160 -161



[xii] MENDOZA, M. (2011). Apocalipsis. Bogotá: Planeta.


[xiii] COLLAZOS, Oscar, Rencor, Editorial Planeta, quinta edición, Bogotá. 2006. Pág. 15.


[xiv] Ibíd., Pág. 14.




[xv] Ibíd., Pág. 18-19.


[xvi] RINCÓN, O. ( (2006)). Narrativas Mediáticas: O cómo se cuenta la sociedad del entretenimiento. Barcelona: Gedisa Editorial.